¿Piel sensible? Así tienes que cuidarla y mimarla

Si el frío, ciertos productos o maquillajes, el estrés o cualquier roce o contacto hace que tu piel note un cambio, te pique o que, incluso, se ponga de un color rojo intenso, seguro que ya sabes que perteneces a ese grupo de personas con una piel sensible y muy delicada. Cuidarla y protegerla se ha convertido ya en tu rutina diaria y son muchos los esfuerzos que dedicas para que esté lo más estable y sana posible.
Pero ¿estás haciendo lo correcto por ella? ¿Sigues todos los consejos y trucos posibles para cuidar la piel de la cara? Aquí encontrarás los tipos de piel sensible que hay (sí, hay más de una) y cómo deberías empezar a mimar tu rostro y cuerpo a partir de este mismo instante.
Tipos de piel sensible: empieza por reconocer cuál es la tuya
Lo primero de todo para saber cómo tratar nuestra piel es identificar a qué tipo pertenece. No todas las pieles sensibles son iguales y, aunque creas que pertenece más a un grupo que otro, en el fondo, cada rostro tiene sus diferencias y reacciona más a un tipo de daños u otros.
Las tres principales diferenciaciones que vamos a hacer de la piel sensible son los siguientes:
- Piel sensible y natural: es la más común de todas ya que se produce cuando la capa de la piel de nuestro rostro o cuerpo es demasiado fina. Se puede identificar porque, a veces, es un poco seca al tacto y una de sus principales características es que se enrojece y se descama fácilmente. Puede ser el inicio de una sensibilidad más aguda.
- Piel sensible y grasa: al igual que el primer tipo, esta piel tiende a descamarse y enrojecerse con mucha facilidad. Aunque la principal diferencia con la piel sensible natural es que, en vez de ser seca, tiene zonas en las que es ligeramente más brillante. Corresponde, principalmente, a los rostros que han sufrido o sufren acné.
- Piel sensible y reactiva: es el tipo de piel sensible más difícil de tratar y una de las que reaparecen con más asiduidad. El frío, la mala higiene, productos agresivos o estrés hacen que esta piel se seque y se enrojezca de manera casi automática.
Cómo cuidar la piel sensible y natural
Después de saber qué tipo de piel sensible es cada una y de encontrar el tipo al que perteneces, debemos saber qué pasos seguir para cuidarla. La piel sensible natural es una de las más fáciles de tratar siguiendo una rutina estricta de cuidado.
Para evitar que la piel sensible reaccione y empeore, lo mejor es empezar a cuidarnos desde dentro:
- La alimentación es clave para evitar problemas en un rostro sensible. Las vitaminas y en concreto la C deben estar muy presentes en nuestro día a día.
- Evitar lugares húmedos y cálidos y aplicar productos de cosmética natural a nuestra rutina de higiene y cuidado diarios son imprescindibles.
- Evita, también, productos que contengan alcohol y deshecha jabones con detergente. Es mejor usar un PH neutro.
Cómo cuidar la piel sensible y grasa
Los principales errores que cometemos al cuidar una piel grasa y sensible es olvidarnos de las cremas hidratantes y usar con bastante asiduidad exfoliantes de la piel. Lo que es bueno para acabar con poros y exceso de grasa, es malo para mantener sano el rostro sensible.
Si quieres acabar con las continuas rojeces, usa cremas hidratantes, aunque sean ‘oil free’ y evita exfoliarte el rostro cada semana. Y si lo quieres hacer, usa un tipo de exfoliante sin grano o con el grano muy fino.
Cómo cuidar la piel sensible y reactiva
Es una de las pieles sensibles más problemáticas. Aquí es donde la medicina estética entra en acción.
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